HOMBRE QUE HACE HISTORIASiempre hablaba correctamente y su vestir era impecable. Llegaba a una granja en Ciudad Ojeda que pertenecía a mi tía Mëlida Ferrer, dirigente del nuevo partido Acción Democrática junto a su esposo Luís Ferrer. Detrás de la granja existía un gran patio donde se reunía la comunidad para escuchar sus discursos y como derrotar la tiranía perejimenista, sus palabras encerraban una gran verdad cuyo fin era derrotar la pobreza y que cada núcleo familiar tuviese una vivienda acorde con sus principios religiosos y empleo. Siempre tenía a mano una bolsa de caramelos para endulzar a los niños que se sentaban en el piso para oír su timbrada voz.
De su maletín sacaba unos folletos- en el amanecer- y se dirigía cerca del postadero del ganado y limpiaba el lugar con una pala y rastrillo. Sacaba de su chaqueta una pequeña llave y abría la cubierta metalizada donde en su fondo se escondía la imprenta. Trabajaba todo el día en el mantenimiento de la misma y luego de mimeografiar sus escritos, llegada la noche los repartía. En ellos, hacia alusión a la libertad de nuestra republica en un proceso democrático y elecciones abiertas-
En tres oportunidades, le vi. Llegar junto a Carlos Andrés Pérez. Era un joven muy preguntón que recogía cuanto texto político veía cerca y si nadie lo reclamaba lo colocaba en su bolso. Como secretario del presidente era ávido y no le faltaba un texto sobre Nietsche y Carlos Marx. Ya se escuchaba de Fidel Castro Ruz y en ocasiones le nombraba como un líder nato y amigo de los procesos de cambio. El distanciamiento vino luego de la muerte de Eliécer Gaitân, en esos días nació mi hermano, quién mí padre no dudó en ponerle Eliécer Fidel y años más su hijo le llamó Ernesto.
Mi padre vio en Cuba hablar muy emocionado a Rómulo con Fidel en varias ocasiones, intercambiaban ideas sobre América Latina y u independencia económica de Estados Unidos.
Una de esas maletas contenía una gran diversidad de textos políticos y uno de poemas cuyo autor era Rubén Darío. Leía hasta las tres de la mañana, dormía en el tercer cuarto y tenia su baño privado. En una oportunidad la Seguridad Nacional mando a unos bicicleteros a vigilar la casa durante un mes aproximadamente, luego desaparecieron. Rómulo había confiado parte de su seguridad personal al ex gobernador del Zulia, Luís Vera Gómez.
Fue un hombre familiar, un presidente muy considerado con su grupo familiar y atento con su única hija, Virginia. Fue amante de la comida criolla, típica de nuestros indígenas y los calderos al fondo de la granja siempre estaban encendidos cuando se encontraba en la Granja, no podía faltar el tostón, tajadas, carne en coco y el hervido de gallina criolla.
El fondo de la granja se la vendió al gobierno nacional durante el primer periodo de Carlos Andrés Pérez para construir el hospital civil de Ciudad Ojeda y nunca le fue cancelado en su totalidad el costo del mismo, muriendo poco tiempo después mi tía al ir a Miraflores y CAP no recibirla, cuando en los primeros años de la democracia y la dictadura, estos jóvenes se la pasaban viajando a Maracaibo y llegaban a esta vieja casona. Rómulo siempre fue respetuoso y de principios.